- Por favor, no. No lo hagas, te lo suplico- susurra Cala contra el oído de Suri.
-Ya está hecho. Además, tu harás lo mismo- le responde, tranquilamente apaciguado, mientras la agarra de los hombros y fija su mirada en el rostro de Cala, deleitándose en los profundos ojos negros que lo observaban con desesperación.
-Te lo prohibo. No puedes hacerme esto- le replica, intentando conseguir lo que no puede conseguirse. Es demasiado tarde ya para retractarse. Ambos lo saben, Suri lo admite con pesar, pero Cala se resiste a creer que todo está perdido. Siempre ha tenido una voluntad y una esperanza irreversibles, y se niega a darse por enterada de lo que le está sucediendo. A los dos.
-Cala, sabes lo que pasará si les dices...-murmura Suri por lo bajo. Detesta perder de esa manera tan horrible, pero no hay más remedio. No pueden esperar que la magia los salve en ese preciso momento.
-Nos ayudarán, estoy segura. Sólo tenemos que intentarlo, ¿No crees?. Todo sería mucho más fácil así. Suri, por favor, debes creerme- suplica contra el hombro del muchacho, manchando su rostro con la sangre de la herida.
-Si fuera por mí, sabes que iríamos, me convertiría en tu sombra y jamás podrías librarte de mí- explica Suri , acariciando la larga cabellera de la pelirroja.
-Jamás desearía librarme, ni aún por todo el oro de la faz de la Tierra-contesta Cala, al borde de la desesperación.
-Me alegro de pensar exactamente lo mismo- sonrió a la par que abrazaba a Cala con todas sus fuerzas. Ella le correspondió y prolongaron el abrazo tanto como pudieron. La joven se iba debilitando a medida que transcurría el tiempo, y sus brazos cayeron sin vida al suelo, deslizándose por el cuerpo del muchacho, mientras la sangre de su herida en la zona del estómago se detenía lentamente. Él la beso por última vez, sellando su amor para siempre.
Suri cayó muerto, herido de gravedad por Cala, pocos segundos después.