Porque sencillamente se puede

Cómo podía romperse el corazón de una persona irreparablemente y aún así seguir adelante, preparando el café, comprando sábanas, haciendo camas y asistiendo a reuniones. Se levantaba, se duchaba, se vestía, se acostaba, pero una parte suya había muerto. En otros tiempos Mary Stuart se había preguntado cómo era posible vivir así, lo que despertaba en ella era una curiosidad morbosa. Ahora lo sabía. Sencillamente se seguía viviendo. El corazón seguía latiendo y se negaba a dejarte morir. Seguías caminando, hablando y respirando aunque por dentro estuvieses deshecha. Y se dio cuenta de algo que siempre había temido: que al final uno se queda solo. Era ella quien tenía que superar su desgracia y seguir adelante.

viernes, 21 de mayo de 2010


Hace frío... ¿Por qué hace hay tan poca temperatura? No siento mi cuerpo. Me duele la cabeza, y todo está tan oscuro...
Está nevando. Lo sé. No puedo explicar la razón, pero siento cada copo de nieve tocar el suelo y fundirse con los demás. Los escucho incluso dentro de la cueva. No hay nadie aquí más que yo. Afuera, el crudo invierno me acecha. Me llama hacia él. Quiere devorarme, al igual que todos los animales que estan cazando allí entre la nieve. Estan esperandome, y ni siquiera puedo moverme. Esfuerzo a mis párpados a abrirse, pero se rehusan a obedecerme.
Algo gotea.
El rugido de la bestia atraviesa el bosque, perfora la nieve y penetra en la cueva. Un grito mudo se cierne en mi mente. Otra vez no, por favor... Sé que la bestia volverá a atacar.
Algo gotea.
No tengo tiempo ni siquiera para dirigirle un último pensamiento. La nieve continúa cayendo, y es probable que nadie se entere nunca jamás de mi existencia. Ya no hay tiempo. Ya no hay tiempo.
Algo gotea.
(La sangre no se detiene. La herida no sana. La infección avanza. La vida se acorta.)

Oh Muerte, llévame contigo, gánale a la bestia, coróname en el Infierno, y por sobre todas las cosas: Nunca me apartes de él.

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