Porque sencillamente se puede

Cómo podía romperse el corazón de una persona irreparablemente y aún así seguir adelante, preparando el café, comprando sábanas, haciendo camas y asistiendo a reuniones. Se levantaba, se duchaba, se vestía, se acostaba, pero una parte suya había muerto. En otros tiempos Mary Stuart se había preguntado cómo era posible vivir así, lo que despertaba en ella era una curiosidad morbosa. Ahora lo sabía. Sencillamente se seguía viviendo. El corazón seguía latiendo y se negaba a dejarte morir. Seguías caminando, hablando y respirando aunque por dentro estuvieses deshecha. Y se dio cuenta de algo que siempre había temido: que al final uno se queda solo. Era ella quien tenía que superar su desgracia y seguir adelante.

lunes, 6 de diciembre de 2010

(Respira profundo y se golpea contra el borde del cajón del escritorio) Great. Fucking great. (Respira otra vez) Primera nota escribiendo desde mi nueva netbook. Se siente... bien y extraño, en cierto modo. Nunca pensé que podría tener una -noporquelasituacióneconómicasinoporidealespaternosbtw- pero ahora que escribo se siente muy bien. Siento libertad, y eso es raro. Es mía, totalmente mía. Puedo escribir las cosas que quieras, cuantas cosas quiera, en el momento que quiera y nadie va a poder negarme nada. Fucking fantastic. Srsly, no sé cómo explicarlo. Se siente... genial. Y cómo tributo, además de que hoy cumplo la fecha dorada de toda adolescente, voy a escribir algo que se me ocurra jrn.

Titania extendió sus alas negras y permitió que, poco a poco, una tras una, fueran cayendo al suelo, cual si fueran pétalos marchitos de una rosa negra, envenenada y ponsoñoza. Y así se encontraba ella también. Malditamente oscurecida por dentro. ¿Y todo por quién? Por él. Si desde que había pisado tierra firme, todos los problemas, todas las cuestiones, todos los razonamientos, las preguntas, las respuestas, las dudas, el miedo, el rechazo, la felicidad, las lágrimas, habían venido de la mano de él. Se mordió el labio hasta hacerlo sangrar. Él tenía razón, y ella lo sabía. Que lo negara rotundamente repetidas veces no tenía ya sentido alguno. Pero es que no quería verse obligada a aceptar la cruda verdad... No después de todas las maravillosas experiencias por las que había pasado, y por las que dudaba que se arrepintiera aunque le rasgasen el alma en ínfimos pedazos... Estaba segura que ni siquiera si "ellos" le hubieran avisado, hubiera decidido echarse para atrás y no haber cumplido con la misión para la cual había sido convocada. Y es que usaba la misión como una miserable excusa. La verdad era otra, y bien que lo sabía. "Deja de mentirte, ya..." "Vale, lo haré." "Mientes." No podía manejarlo.
Las plumas negras rozaban con suavidad la superficie sólida del suelo y se disolvían en una lenta estela grisácea. Cada vez era mayor la cantidad de plumas que caían de forma silenciosa pero continua. Se habían resignado incluso antes que ella a lo que veían venir, como algo irremediable, algo que no poseía reparo alguno. "Te has metido en un jodido problema, idiota." "Ja, como si no estuviera enterada del asunto." "Si lo estás, haz que parezca. No te quedes llorando sin hacer nada. Debiste haberlo escuchado cuando te dij-..." "¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cierra tu endiablada boca y cállate! ¡Véte! ¡Véte lejos, anda, márchate, salva tu pellejo como siempre lo haces, vamos, atrévete! ¡No quiero escucharte más, me tienes harta! ¡Quiero que te largues, ahora!" La había hecho enojar. Se lo había buscado, de todas formas. Pero ella también tenía razón. "Porque un ángel jamás debe tocar el suelo..."

Y seguiría escribiendo, pero tengo que llevar al perro a bañar, y ¡Oh lalá! No sé cómo lo voy a hacer porque él me arrastra a mí en vez de yo a él. Ah, y además, esto se está quedando sin batería, así que sería mejor que lo ponga a cargar y suba esta entrada rapidito. Yey.

domingo, 1 de agosto de 2010


Kaien suspiró de pesar. Estaba cansado de levantar la mirada y escrutar a la multitud para divisarla. Aquello apestaba. ¡Era un aeropuerto, qué esperaba por Dios Santo! Y en plena hora pico... no debería haber dejado a Gell sólo. Si hubiera sabido que iba a pasarse sus próximas catorce horas de vida sentado en un banco gris y duro de un aeropuerto en Dublín, no hubiera salido pitando de su hogar ni se hubiera dejado notar por los humanos taxistas. Todavía recordaba con cierto resentimiento cómo había gritado aquél pobre hombre al ver que nohabía nadie en el taxi, y aún así, la puerta se abría sóla y dejaban un fajo de billetes en el asiento del copiloto. ¡Haberle agradecido al menos el dinero! Pero en vez de eso, había pisado el acelerador y se había borrado de la faz de la tierra. Kaien se tapó los ojos con las manos y se levantó del asiento. No llegaría, era inútil esperar. Recogió su chaqueta del respaldo y se encaminó a la salida. Parecía que en cualquier momento el aeropuerto reventaría por tal conglomerado de personas. Kaien no se sentía a gusto con ello. Prefería la soledad y la tranquilidad una y mil veces. Dio un paso adelante, y luego otro. De pronto, al intentar avanzar con rapidez ya que se dispersaba la multitud, chocó contra un cuerpo, y cayó de bruces al suelo.
-Pero qué... -dijo Kaien, tocándose la cabeza. ¿Cómo se había chocado con un humano? Eso era físicamente imposible, a menos claro... que lo que sea que hubiera chocado no fuera humano. Se levantó con ligereza, y al bajar los ojos, la sorpresa lo conmocionó. La había encontrado... Después de haberla buscado por siglos, seguía tan pura, angelical y radiante antaño había sido cuando ambos trabajaban en la Corte. Era ella, sin duda alguna... Madeleine, su querida esposa.

lunes, 5 de julio de 2010

Oye... Hey, tú, oye... ¡Hey! ¡No me ignores así! ¡Mírame, por Dios Santo! Idiota, ¿Por qué tienes esa cara de embobada? Has llevado así todo el rato mirando a ese chico. No está mal, querida, tengo que admitirlo, pero... ¡Yo soy mejor que esa cosa! ¿Acaso no me ves? No, claro que no. Sólo tienes ojos para él. Para tu "Peter Parker". Lo siento nena, tengo que decírtelo. Él es Spider-Man. Te lo ha ocultado toda la vida. ¿Nunca te preguntaste por qué jamás llegaba a tiempo a tus cumpleaños, cenas, bodas de aniversario, invitaciones a tus obras, hasta una sencilla caminata por el parque? ¡Bingo! Adivinaste. ¡Porque se la pasa salvando vidas! ¡Porque es el Hombre Araña, el superhéroe que todos admiran y a la vez detestan! Pero eso último no debería importarte. A lo que realmente debes prestarlo atención es a que te mintió. "P-pero si confiaba en mí" dirás. Es un secreto muy bien guardado, cariño. No puede andar divulgando que tiene poderes -capaces de salvar a la Humanidad, y a la vez destruirla- a todas las personas. Ni siquiera a tí. ¿Eso es triste, verdad? ¿Por qué no confió en tí? ¡Pero si eres la persona más cercana a él, además de la tía May, incluso de Harry Osbourne, de todos! Estuvo enamorado de tí desde que tenía seis años, viven uno al lado del otro, y... eso no parece bastar para que tenga la plena confianza en tí. De verdad, lo mereces. Eres una persona maravillosa, cielo. Es tan sólo que no parece suficiente. ¿Pero lo es para tí? ¡No, no debería serlo! ... ¡Pero si él te mintió, te engaño vilmente, es un bastardo!... ¿Dices que lo hizo para protegerte? Quiere que creas sus mentiras, no quiere perder a una chica tan hermosa como tú, pero la triste verdad es que no le importas un comino. Si no, ya te hubiera revelado hasta la última palabra de su secreto, ¿O me equivoco?.. ¿Lo hizo para salvarte? ¡Patrañas, y más patrañas! ¡Hey, y quita tu cara de embobada otra vez! Aish, Dios, la juventud de ahora es más idiota que en nuestra época. ¿Que no te importa que no te lo haya dicho, lo seguirás amando igual? ¡Menuda estupidez! Ya comprendo, nada de lo que diga podrá convencerte, ¿Eh? Y una mierda, me voy de este lugar putrefacto. ¡Eh, barman, un último trago por favor!
Madeleine ríe de infelicidad. Madeleine se lamenta por ser la portadora de tanta desdicha. Madeleine se enoja, ya que las chicas grandes no lloran. Esa es la más grande de las blasfemias. Claro que lloran, y más de lo que desearía. Madeleine siente que fue todo su culpa. Si hubiera estado allí para evitar que el fuego avivara su destructiva y temerosa llama, aquello no habría ocurrido. Madeleine lo recuerda. Recuerda con sencilla inocencia pero dolido sufrimiento cómo la cabaña de madera en la que había vivido durante años, se desmoronaba en algo más que pocos segundos, arrastrando consigo a todos los habitantes de ella. Madeleine quiere desaparecer. No quiere morir, simplemente quiere desaparecer. Irse a otro plano dimensional de ese mundo cruel que le arrebató lo que quería más que a su vida mísma. Quiere borrarse de la faz de la Tierra, y surcar otras aguas, pisar otras tierras, y respirar otros aires. No quiere quedarse allí. Tarde o temprano, el pasado la encontrará, y está seguro que no podrá resistirlo. Madeleine se pasa una manga de su remera por la mejilla, y continúa caminando. Allí, en ese pedazo de tela, queda el vestigio de su dolor: una lágrima.

jueves, 3 de junio de 2010

Me asfixio. Por favor, sálvame. Por favor, por favor. ¡Cómo desearía odiarte! Cómo lo deseo... ¡Pero no te encuentro ningún defecto! Vamos, vamos, insúltame, grítame, ódiame... háblame...



PERO NO ME ALEJES.
Ya no me sale escribir. Tengo un bloqueo mental, y odio sospechar el porqué. No soy nada. No soy nada sin vos. No puedo escribir. Ocupas cada espacio en mi mente. No puedo escapar. No puedo. No puedo. ¡Es tan duro admitirlo!

viernes, 21 de mayo de 2010


Hace frío... ¿Por qué hace hay tan poca temperatura? No siento mi cuerpo. Me duele la cabeza, y todo está tan oscuro...
Está nevando. Lo sé. No puedo explicar la razón, pero siento cada copo de nieve tocar el suelo y fundirse con los demás. Los escucho incluso dentro de la cueva. No hay nadie aquí más que yo. Afuera, el crudo invierno me acecha. Me llama hacia él. Quiere devorarme, al igual que todos los animales que estan cazando allí entre la nieve. Estan esperandome, y ni siquiera puedo moverme. Esfuerzo a mis párpados a abrirse, pero se rehusan a obedecerme.
Algo gotea.
El rugido de la bestia atraviesa el bosque, perfora la nieve y penetra en la cueva. Un grito mudo se cierne en mi mente. Otra vez no, por favor... Sé que la bestia volverá a atacar.
Algo gotea.
No tengo tiempo ni siquiera para dirigirle un último pensamiento. La nieve continúa cayendo, y es probable que nadie se entere nunca jamás de mi existencia. Ya no hay tiempo. Ya no hay tiempo.
Algo gotea.
(La sangre no se detiene. La herida no sana. La infección avanza. La vida se acorta.)

Oh Muerte, llévame contigo, gánale a la bestia, coróname en el Infierno, y por sobre todas las cosas: Nunca me apartes de él.